viernes, 2 de julio de 2010

LIBERALISMO Y NACIONALISMO.

En esta unidad estudiaremos el ciclo de las revoluciones liberales que inauguran la Edad Contemporánea: la independencia de las 13 colonias británicas de Norteamérica, la Revolución Francesa (incluyendo el periodo napoleónico), los ciclos revolucionarios de 1820, 1830 y 1848, la emancipación iberoamericana. Finalmente estudiaremos los nacionalismos decimonónicos, representados por las unificaciones italiana y alemana.
Entre 1763 y 1848 Europa y América se vieron envueltas en distintas revoluciones. En este periodo histórico pudo observarse como los dos continentes dejaban de lado el Antiguo Régimen para orientarse hacia el nuevo sistema, superándose el estado absolutista, con el fin de basar los nuevos estados liberales en términos de ciudadanía y mercado. El siglo XVIII, sobre todo la segunda mitad, supuso el comienzo del ocaso del Antiguo Régimen. Aunque utilizamos la fecha de 1789 como el fin de la Edad Moderna y comienzo de la Edad Contemporánea, lo cierto es que los cambios empezaron a notarse con anterioridad y se prolongaron en algunos sitios hasta finales del s. XIX. A la nueva realidad política surgida de las revoluciones de los siglos XVIII y XIX se le llama El Estado Liberal, cuya base será la Doctrina Liberal, basada en la soberanía popular y, en consecuencia, en un sistema de gobierno reprensentativo. Dos conceptos son necesarios para comprender un cambio revolucionario: crecimiento y desarrollo. Ninguna sociedad es estática y de las contradicciones nacidas de sus relaciones sociales irán surgiendo nuevas formas de organización de la producción y nuevos grupos sociales que las empujen.




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